Cómo evitar fraudes en la revisión del gas

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Las  instalaciones de gas para calefacción y agua caliente, se han convertido en una tónica habitual en nuestras viviendas, desde hace más de 20 años. A día de hoy, y gracias a su polivalencia, aún puede competir de tú a tú contra tecnologías  renovables como la biomasa o la geotermia, debido al mayor grado de confianza que tienen los consumidores de a pie, y a que comprar una caldera de gas es, de inicio, mucho más económico que una bomba de calor o una caldera de biomasa.

Gracias a su implantación (46% de hogares con calefacción,  un 32% del total) en casi un tercio de los hogares españoles, la picaresca lleva atacando al sector desde hace ya muchos años. Sin ir más lejos, estas dos últimas semanas he podido ver en TV más de un reportaje sobre algunas compañías que, presuntamente, engañan a los consumidores haciéndoles falsas revisiones de su caldera, de fugas de gas o aparición de gases nocivos por mala combustión. Se aprovechan de la gente que está completamente desinformada, de personas de avanzada edad o, incluso, de afectados por alguna disminución o minusvalía.

Por ello, me ha parecido interesante hacer un poco de acopio de información, y explicar de la forma más clara posible qué tipos de revisiones existen por ley y cada cuánto tiempo debemos pasarlas.

–          Inspección periódica de las instalaciones

Se refiere a la visita que deben hacer los técnicos de las empresas distribuidoras del combustible gaseoso (gas natural, glp, butano,…), en la que se revisan las canalizaciones que conectan nuestra caldera con la llave de usuario o edificio (contador), lo que es llamado comúnmente, la instalación del gas.

Esta visita se realiza cada 5 años, y es responsabilidad de los usuarios; de ahí que tengamos que pagar por ella. El distribuidor deberá comunicarnos con mínimo 5 días de antelación la fecha de la visita, y su solicitud para que le facilitemos el acceso a la instalación. En caso de ser el resultado favorable, cumplimentarán y nos entregarán un certificado de inspección (modelo disponible en el documento citado abajo). Si por el contrario, detectasen alguna irregularidad, nos entregarán un informe de anomalías, para que nos hagamos cargo de subsanarlas.

Esta información, viene referida en el RD 919/2006, por el que se aprueba el Reglamento técnico de distribución y utilización de combustibles gaseosos y sus instrucciones técnicas complementarias; concretamente en la página 27 del siguiente documento.

–          Inspección de mantenimiento preventivo de los equipos

Se refiere a la visita que nos hace una empresa mantenedora para revisar nuestra caldera o calentador. Genera algo de confusión qué empresa nos la debe realizar, ya que es un servicio que nos van a ofrecer desde varios canales:

  • El fabricante de nuestro equipo: lógicamente, como conocedor de la existencia de un equipo de su marca en nuestro domicilio, nos ofrecerá el servicio de mantenimiento que él crea más oportuno.
  • La compañía distribuidora: saben que consumimos gas porque nos lo facturan bimensualmente, por lo que se ponen en contacto con nosotros para ofrecernos el servicio de mantenimiento de los equipos; al igual que hace el fabricante.
  • Otras empresas autorizadas, inscritas en Industria a tal efecto: son empresas independientes de las dos anteriores (podría ser instalaciones “Paco”) y, si están convenientemente registradas y cuentan con personal habilitado, pueden de igual forma realizarnos el mantenimiento de la caldera sin ningún tipo de problema.

La periodicidad de esta revisión es anual, y podemos contratar el servicio con quien nosotros queramos. Habrá quién tendrá predilección por el fabricante, otros por el distribuidor y también a quién le valga más la opinión de su instalador de confianza.

Esto está regulado en el Reglamento de Instalaciones Térmicas de los Edificios (RITE), que fue aprobado mediante el RD 1027/2007 y afecta no sólo a las instalaciones de gas, sino también a las de gasóleo, biomasa o eléctricas. Podéis mirar este enlace, en la página 43, donde comienza la Instrucción Técnica IT 3 sobre el mantenimiento y uso.

La función del RITE es asegurar el funcionamiento de los equipos durante su vida útil con la máxima eficiencia energética, protección al medio ambiente y garantizando la seguridad. De hecho, fue esta regulación la que introdujo el Certificado Energético de los Edificios (de nueva construcción) que tan en liza está ahora dentro de nuestras fronteras.

Me gustaría completar la información con el enlace a un par de publicaciones institucionales, enfocadas a informar al ciudadano en estos temas:

o   Instalaciones de gas, derechos y obligaciones del usuario (Gobierno de Cantabria)

o   Gas, con responsabilidad y seguridad (tríptico de la Junta de Castilla y León)

Espero que la información haya sido de vuestro interés, y os haya ayudado a solventar las dudas al respecto de vuestras instalaciones.


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El drama de la #PobrezaEnergética

pobreza energética

 

Parece que fue ayer cuando en mi casa no teníamos calefacción. Una estufa de gasoil, de las que se encendían tirando una cerilla por un agujero, ocupaba medio pasillo. Estaba muy cerca del salón pero, a pesar de contar con su inestimable ayuda, había que echar mano del brasero o la estufa para poder estar calentito en los días más fríos del largo invierno segoviano.

No recuerdo mucho más, ya que era un niño de 6 u 8 años; pero lo que no se me ha olvidado, es que jamás he pasado frío en casa. Eran otros tiempos claro, donde el cabeza de familia trabajaba toda la jornada y la madre gobernaba su hogar y criaba a los hijos, todo el día. Sólo entraba un sueldo, en la línea de la media nacional, supongo; y no cabían ni lujos ni caprichitos. Cuando uno se podía ir de vacaciones, se iba; pero cuando se rompía el frigorífico, tocaba aguantaba el verano a base de ir a la piscina cuando hacía mucho calor.

Llegamos a 2014, donde cada día nos agasajan con noticias y titulares de que el país va bien, de que se está creciendo un cero no sé cuánto! Hombre, para alguien que entiende suficientemente las matemáticas, y que vive día a día, eso no es crecer. Es un cuento chino y, lo de que la luz ya está muy cerca, está por ver… (cómo y para quién).

Las familias ya no son como antes: si tienen «suerte», trabajan ambos cónyuges; si tienen mucha suerte, trabaja sólo uno porque el otro no lo necesita; si tienen menos suerte, cobran el subsidio por desempleo y, si les ha tocado «la china», igual comen cada mes gracias a la caridad de amigos y familiares. Pero incluso, se puede dar el caso de ser pobres, trabajando duro a diario, con un par de nóminas (de todo menos dignas) y estudios universitarios. Y la pobreza energética aparece, las familias no pueden permitirse el «lujo» de colocar su termostato a 21-22ºC durante buena parte del día, porque hay que pagar facturas, hipotecas, libros, combustible, seguros…, y sin contar con los imprevistos!

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¿Cuánto dinero debemos dedicar a pagar los consumos de energía?

Me gustaría saber, si no es mucho pedir, cuántas de las personas que se sientan semanalmente en el hemiciclo sabe realmente qué cantidad de euros se le van en poner la calefacción, darse una ducha diaria o, simplemente, tener funcionando su majestuosa y surtida nevera de dos puertas. «Poco», dirán…; claro, para alguien que gana 2.813,87 € mensuales, más complementos, ayudas, dietas…, tener que pagar 200 € al mes por encender la calefacción de sus casas, parece bastante accesible (y no entro en si es mucho o poco el sueldo de esta gente, me parece correcto sin más).

Pero el resto de los mortales, no estamos en las mismas condiciones económicas, y la energía nos cuesta lo mismo. Además, con un 21% de IVA, porque es un «lujo» con el que no es necesario vivir. Habiendo «pellizas» de borreguito, guantes de lana y abuelas que tejen bufandas de rayas, uno se apaña estupendamente!

Volviendo a la pregunta, ¿qué porcentaje de nuestros ingresos se puede considerar lógico para hacer frente a los gastos en energía? He encontrado esta noticia en el diario El País, en la que se marca un dato de partida: el 10%. Destinar más que eso a poner la calefacción o encender la luz, no es sostenible para las personas en general. No olvidemos que también debemos comer 3 veces diarias, pagar la vivienda, mantener un vehículo (algo habitual hoy día), colegios y libros, hacer vida social, ropa…; en general, gastos fijos habituales.

¿Qué problemas sociales está generando esta pobreza energética?

Ya hay bastante gente que, aunque tenga un techo donde vivir y, consiga seguir pagándolo, no puede permitirse calentarlo a base de calefacción.  Es más, incluso entre las personas que no tienen un problema económico, puede generarse la rutina de no conectar las calefacciones habitualmente para ahorrar dinero, ante el miedo a perder su empleo y verse sin recursos para subsistir. El consumo ha caído en picado, tanto de la gente que ha perdido poder adquisitivo, como de quien es más precavido y mira hacia su futuro retiro.

La estufilla, el brasero, el abanico (en verano), empiezan a ser más habituales de lo deseable: se pone un radiador eléctrico en el salón y toda la familia alrededor pasando el día buscando algo de calor. Y no mucho, porque el contador “corre que da gusto”…

Hasta en los centros escolares se está escatimando en calor para los peques. A este paso, mudaremos las aulas a los Ayuntamientos, que allí no se pasa frío (no quisiera generalizar, pero es lo que yo veo desde unos años hasta ahora).

Soluciones que no parecen llegar nunca.

¿Cuántos edificios públicos se han auditado energéticamente para ahorrar energía y dinero? No sé la respuesta, pero viendo que ni siquiera son capaces de dar ejemplo obteniendo un sencillo certificado energético, mi mente se vuelve bastante pesimista con la cifra. Tener que llegar a ESTO, deja ver en manos de quién nos encontramos.

¿Existen estrategias institucionales para el fomento de la eficiencia energética, más allá de cambiar luminarias de LED? Noticias tan sorprendentes como ESTA rechinan bastante; más si cabe cuando alguien escribe que cambiar una caldera de gasóleo por una de propano va a suponer un ahorro económico del 40%…

Alguien de las altas esferas debería empezar a darse cuenta de que un buen District Heating (Calefacción de distrito), le ahorraría mucho dinero a los Ayuntamientos; fondos que podrían ser destinados a otras necesidades más imperantes en el mundo rural.

Pero esto es España, últimamente un país con un cúmulo de malos propósitos en el que, día a día, la mayoría de ciudadanos se parte el cobre por sus familias y amigos, mientras “el ojo de Sauron” mira para otro lado en lo que, al futuro de la energía y su dependencia del exterior, se refiere. No hay más que darse cuenta de que ni el propio Ministro de Industria, sabe de lo que habla en TV, aunque nos acabe de modificar el recibo eléctrico. Y aún dicen que las renovables son caras...

Qué será lo próximo, ¿un impuesto al Sol? Ah no, mil disculpas!, que ya se lo pusieron el año pasado.

 

Fuente de la imagen de portada: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/11/18/actualidad/1384804082_062275.html


 

 

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