3ª entrega de «Constructor a la fuga» o #KeepCalmSoyAparejador

Keep calm soy Aparejador

Pues sí queridos amigos; eso mismo debieron pensar Marta y Julián cuando, el director de su banco, les recomendó al contratista sobre el que versa el 3er capítulo de Constructor a la Fuga (podéis verlo aquí: enlace de Atresplayer: Constructor a la fuga episodio III – #constructorValencia)

Porque todo el mundo tiene un «cuñao» que sabe de todo, y en los bancos hace años, además de «regalar» baterías de cocina, te recomendaban tranquilamente con qué constructor podías hacer la obra de tu futura casa. Nunca pasaba nada.

Es la realidad de cualquier empresario o profesional que se tercie; el boca a boca funciona, para bien y para mal. Pero claro, no estamos hablando de comprar un robot de cocina (que ya cuesta unos duros), si no de nada menos que invertir 250.000 €, en el caso concreto del programa #constructorValencia. Me niego a pensar que la gente valora gastarse semejante cantidad de dinero (su trabajo de media vida), únicamente preguntándole al director de su banco, al camarero del bar de abajo o a su prima que es comercial de una multinacional.

Las opiniones personales son muy válidas en un alto porcentaje. La experiencia es un grado. Pero en España, país de la picaresca por excelencia, del comisionista de tres al cuarto, hay opiniones que no son gratuitas para quien las ofrece a su círculo de amigos o de clientes. Y por lo tanto, hay que saber utilizar muy bien la información que pedimos, más aún cuando vamos a comprar una casa y encima hemos de hipotecarnos.

Anoche se vieron en el programa varias cosas; cosas que le van a servir a la población para que no caigan en el mismo error cuando se compran una casa vieja y quieren rehabilitarla.

  1. Pagar un precio muy alto por la propiedad. Entiendo que las cifras del programa pueden ser inventadas, pero si alguien paga 180.000 eurazos por una casa que hay que tirar casi por completo, se la han colado muy gorda (hablamos de que no estamos en la milla de oro). Cualquier inversor pregunta antes de soltar un céntimo para un negocio, por muy fructífero que parezca de inicio.
  2. No elegir al profesional/empresa adecuado para hacerte la reforma. Manolo y Benito eran «genios» dando gotelé, pero me apuesto un riñón a que tendríamos problemas con ellos si les encargásemos hacer un artesonado de madera en un castillo medieval. Un simple «pistola», un coordinador de gremios o el albañil de nuestro barrio, puede tener muy buenas referencias, pero yo no lo considero adecuado para rehabilitar integralmente una casa, estructuras incluidas. No digamos si aspiramos a poner unas instalaciones de climatización del siglo XXI.
    Captura del programa de La Sexta - #ConstructorValencia

    Captura del programa de La Sexta – #ConstructorValencia

    Ejemplo gráfico: Lo que se mostró ayer en el programa no era una patología en la madera por Termitas #nidelejos. Me inclino más por algo de Carcoma, que es la que podría hacer ruido al comerse la madera.

  3. Soltar los billetes por adelantado sin preguntar. O al menos eso pareció ayer que hicieron los protagonistas del desaguisado televisivo. Ya que te has gastado dinero en un proyecto y, suponemos, en una dirección de obra, utiliza los medios que has contratado. Si a mí como aparejador de una obra, me viene un propietario diciendo que el contratista le pide 50.000 € por adelantado, me pongo manos a la obra para buscar otro con menos pájaros en la cabeza. Ya puede haber moldeado el titanio del Guggenheim con sus propias manos, que un bosque está lleno de sombras en las que protegerse del sol.
  4. Endeudarte más de lo que tu capacidad económica te permite. Este punto es más difícil de conocer si uno no está puesto en el tema. Y a pesar de ello, a nuestros abuelos no les engañaban nunca con las cuentas; bastante hambre habían pasado la mayoría como para meterse donde sabían que no iban a poder llegar. Tampoco los bancos funcionaban igual que ahora, pero donde la banca pone un pie, hay negocio y eso nos cuesta dinero; sobre todo si no entendemos lo que firmamos.

Si analizo el programa como espectador, es mucho más entretenido en la parte de investigación para buscar al constructor a la fuga. Eugenia va tirando del hilo, hasta que logra dar con el «técnico» argentino que, para colmo, era Aparejador. Y es que está claro que ovejas negras hay en todos los rebaños.

El tal Cristian, una vez es descubierto, encima se quiere hacer la víctima porque le deben dinero. Y como gesto de buena fe, ofrece sus herramientas a los propietarios para que terminen ellos mismos el trabajo porque él ya no dispone de estructura para llevarlo a cabo… Menudo detalle amigo!

#ConstructorValencia Todo generoso ofreciéndoles sus herramientas podridas… pic.twitter.com/YhAZm9g69q

— Jou Mike (@JouMike) noviembre 24, 2015

Lógicamente, el programa llama a sus colaboradores habituales y al final, terminan convirtiendo una casa a medio construir en una fantástica vivienda con bonitos detalles de interiorismo. Porque en técnicos no dicen que se gasten el dinero, eso no vende entre la población. Pero una buena decoración queda estupenda en TV y casa muy bien con el marketing. Podéis ver el resultado del antes y el después en el enlace de este tweet:

Esto es lo que hay compañer@s. Y tiene pinta de seguir igual durante los capítulos de esta 1ª temporada. A ver si con suerte, hay continuación en una 2ª y la productora recapacita con el tema de la ausencia de técnicos y todo el tema legal obligatorio en la realidad de las obras de construcción. Desconozco si sería más o menos interesante, pero a mí personalmente, todo lo que se parece a la realidad, creo que es más enriquecedor. Porque en televisión, echan de todo y los telespectadores somos mayorcitos para diferenciar lo que nos aporta de lo que no.

¿Os ha gustado? Espero vuestros comentarios aquí y en las redes sociales.

Hasta la semana que viene corazones.

 


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2ª entrega de «Constructor a la fuga» o #LoBaratoSaleCaro

Imagen extraída de www.lasexta.com

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Vuelvo a la carga una semana después con una 2ª entrega, ya que me parece interesante aprovechar el tirón mediático del programa reality sobre reformas «Constructor a la Fuga» para poner en valor nuestra profesión: El Aparejador y todas sus variantes (Arquitecto Técnico, Ingeniero de la Edificación,…). Podéis ver el programa de ayer en este enlace de Atresplayer: Constructor a la fuga episodio II – #constructorGranada.

Ya comenté la semana pasada en el primer artículo sobre Constructor a la fuga, que como espectador el programa estuvo interesante, pero como profesional que lleva pisando obras 12 años, me faltó ver algunas figuras reales que aparecen como técnicos en toda obra nueva en nuestro país.

Echa un vistazo al Tweet de @MatencioM:

Keep calm soy Aparejadorhttps://twitter.com/MatencioM/status/350353906297094144?s=09

En esta ocasión, nos encontramos con una pareja de granadinos que está pensando en ampliar la familia, por lo que se animan a dar un cambio en la distribución de su piso. Como yo no soy interiorista, no voy a entrar en analizar algo con poca objetividad, así que os dejo directamente el enlace al artículo del estudio que realiza el trabajo para el programa, para que podáis ver el antes y el despuésPortobello Street – Programa 2 – Constructor a la fuga

¿Qué nos encontramos en #constructorGranada ?

Pues algo que desgraciadamente puede suceder en este tipo de obras menores: adelantamos un dinero al contratista para que acopie material, y desaparece del mapa como un sputnik. Quiero apuntar que se habla en el programa de 14.000 € de reforma total en un piso que se desmonta de arriba a abajo, tabiquería incluída. No sé en Granada, pero a mí esa cantidad me parece que no llega ni a la mitad de lo necesario para hacer las cosas en condiciones con unos estándares del siglo XXI.

Volvemos a lo de siempre: «lo barato sale caro»

No quiero generalizar con este tema, porque hay profesionales técnicos y contratistas que ofrecen precios económicos y son muy profesionales; como también existen caraduras a ambos lados de los respectivos gremios.

Si nos ponemos en la situación de un cliente que quiere reformar su piso, estoy seguro de que lo primero que desea es que todo salga a pedir de boca y no haya problema alguno. Pero si preguntamos a nuestros amigos y familiares cercanos, ¿quién no ha sufrido algún retraso, falta de seriedad, acabados inasumibles…, en una pequeña obra menor?

También es verdad que solemos acordarnos sólo de lo malo y esto es lo que sacamos a relucir en nuestros círculos. Cuando te compras un coche y te sale rana, estás todo el día maldiciendo sobre los problemas que te genera; pero si te sale estupendo, no vas promulgando lo bien que va y las satisfacciones que te produce cuando lo conduces.

No es garantía de éxito, pero sí ayuda mucho contar con un profesional independiente cuando vamos a hacer una reforma integral en una vivienda. Más si cabe cuando la inversión total supone unas cifras superiores a lo que viene ganando anualmente cualquier trabajador medio en nuestro país. Tengamos en cuenta que por un pequeño porcentace a mayores de lo previsto inicialmente, nos vamos a olvidar de imprevistos descontrolados; mediciones infladas o, directamente, de cosas que no se han hecho; errores estéticos en la definición de zonas críticas; inversiones innecesarias en elementos, pudiendo invertir esas cantidades en otras mejoras que nos merezcan más la pena (podría escribir una biblia con los beneficios).

Y lo más sangrante de esto para nuestro colectivo, es que gran parte de la población no sabe qué es un Aparejador exactamente (ni mi madre sabría explicarlo hoy si se lo preguntas), la de cosas que podemos hacer en el campo de la construcción o la consultoría, y lo útiles que podemos serle, poniendo un claro ejemplo, a una comunidad de propietarios como técnicos de cabecera. No me digáis que cualquiera al que le cuentes toda esta realidad, no va a terminar casi convencido de que llevas razón; aunque después contrate a otro que finalmente le caiga mejor.

Aparejador: persona que se busca la vida. Es una definición que me quedó grabada a fuego en la Escuela de Aparejadores de Madrid (año 1999) cuando la pronunció el primer día de clase el Profesor de Materiales I.

Por lo tanto, me reitero en lo que dije el otro día. Mientras luchamos para que nuestras cuotas colegiales sirvan también para que la profesión aparezca más en los medios, para bien a poder ser; todos y cada uno de los técnicos que leemos este y otros documentos parecidos, nos tenemos que liar la manta a la cabeza para vender nuestras habilidades al público que nos rodea. Porque podemos ser muy valiosos como el oro, pero si el minero no pica en la cueva para sacarlo a relucir, ahí se va a quedar para toda la eternidad.

Os animo a comentar aquí abajo vuestras opiniones; y, si os ha gustado este artículo, podéis compartirlo en vuestras redes para que lo lean familiares y amigos.

Hasta la próxima.


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«Constructor a la fuga» o Cómo hacerte una casa sin profesionales técnicos

Imagen extraída de www.lasexta.com

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Lo estábamos esperando como agua de mayo; un año después de sentir el rumor de que en la TV buscaban un presentador para un programa de construcción, tipo reality, que se haría cargo de ayudar a las familias a terminar sus casas «a medio hacer».

Pues sí amigos, anoche pudimos verlo cómodamente desde nuestros sofás, «Constructor a la Fuga», la adaptación de un programa americano llamado «Catch a contractor» o Atrapa al contratista. Y he de decir que como espectador no me disgustó del todo. Se me pasó volando el rato que duró y creo que nos ayuda a empatizar con la gente a la que le preparan auténticas chapuzas cuando se ponen a reformar sus viviendas. Pero si sacamos la vena del gremio, el proceso que pudimos ver no tuvo pies ni cabeza y poco o nada se asemeja a la realidad que vivimos los profesionales de este país.

Vayamos al meollo del asunto: una pareja, ambos trabajadores normales, deciden dar el salto habitual en esto de las viviendas y se compran un chalet individual. Ahora mismo recuerdo que se comenta que fueron a una inmobiliaria y compraron sobre plano lo que se iba a convertir en su esfuerzo de 35 años pagando hipoteca.

Pues bien, la vivienda no se llega a terminar porque carecen de cédula de habitabilidad (el «papel» donde pone que esa casa cumple la normativa para ser habitada), y sin ella, no se pueden contratar la luz, el agua o el gas. Hasta aquí, bastante habitual el asunto aunque nos pueda extrañar, ya que hay personas y/o cosas, que se creen que no hacen falta técnicos para construir una casa…

Remate en una cubierta sin técnico que controlase la ejecución

Lo espectacular llega cuando aparece por ahí Antonio, el presentador, y con su martillo varita mágica empieza a darle sin compasión a la «fachada» para encontrarse un par de tableros de aglomerado donde debería haber un muro de cerramiento en condiciones. Se nos encienden todas las alarmas y nos preguntamos dónde estaban los compañeros Arquitecto/a y Aparejador/a cuando el paisano («Iker») estaba levantando la vivienda. Ni estaban ni se les espera porque a mi juicio es el gran error del formato: no mentan para nada que en toda obra nueva de construcción, existen un Director de Obra y un Director de Ejecución. Son los profesionales con titulación habilitante, que deberían estar ahí para controlar el proceso y plantar su firma en un Certificado Final de Obra con el que un Ayuntamiento te otorga la Cédula de Habitabilidad.

Siguiendo con el tema, ya no le extraña a nadie lo que ahí se va sucediendo: grietas en los cerramientos de la parcela, goteras en la cama del niño, un barrizal fuera que poco tiene que ver con un tratamiento de spa… Vamos, lo normal cuando no hacemos las cosas bien desde el principio. El tema interesante viene cuando hay que ir en busca del «constructor a la fuga» y qué mejor manera que preguntar a los paisanetes influencers de la zona (porque preguntando se llega a todas partes). El amigo resultó estar en Talavera (Toledo) viviendo muy tranquilo; porque en este país cuando uno roba está más protegido que cuando es al contrario. El caso es que el contratista pasa del tema y no quiere saber nada del asunto con las cámaras por medio.
El desenlace, como esperábamos, es que el «equipo» de pesadilla en la cocina «constructor a la fuga» moviliza a sus operarios y comienza a reparar/parchear/lavar la cara de la vivienda inicial, haciendo que por fin, la feliz familia, pueda vivir tranquila en su anhelada casa a cambio de pagarle durante 35 años al banco. Así que un poco de pintura por allí, un jardín japonés por allá, y una caldera de pellets que no podía faltar, convierten la chapuza inicial en algo más lógico, como se espera de un espacio que va a servir de vivienda a personas civilizadas. Aquí podéis ver el resultado:

Eso sí, ni rastro de Arquitectos, Aparejadores, Seguridad y Salud, Control de Calidad, Informes de Patologías…, cero contenido técnico en el programa. También es cierto que es algo lógico, ya que en este país cualquiera se mete a constructor, a levantar tabiques o a poner una ventana que aguante un huracán.

Para eso estamos ahora los técnicos y las altas esferas de la arquitectura: hace falta hablar de la profesión, ponerla en valor, comunicar a la población que somos necesarios para que sus obras y reformas tengan cero problemas.

Por lo tanto, vamos a hacer las cosas bien desde cero. Vamos a contratar un Arquitecto que nos haga un buen proyecto, y a un Aparejador que lo acompañe en la obra para velar por la ejecución y la seguridad de los trabajadores. Y vamos a pagarles lo que se merecen, porque si subastamos los encargos entre 40 técnicos, obtendremos lo que hemos visto en el programa: los técnicos (si existían) no se han pasado por allí ni a tomarse un café con el contratista.

Si quieres ampliar el tema, puedes leerte mi serie de post en el blog sobre los secretos de una buena reforma, que también pueden aplicarse a la obra nueva.

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Hasta la próxima.


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