
Lo estábamos esperando como agua de mayo; un año después de sentir el rumor de que en la TV buscaban un presentador para un programa de construcción, tipo reality, que se haría cargo de ayudar a las familias a terminar sus casas «a medio hacer».
Pues sí amigos, anoche pudimos verlo cómodamente desde nuestros sofás, «Constructor a la Fuga», la adaptación de un programa americano llamado «Catch a contractor» o Atrapa al contratista. Y he de decir que como espectador no me disgustó del todo. Se me pasó volando el rato que duró y creo que nos ayuda a empatizar con la gente a la que le preparan auténticas chapuzas cuando se ponen a reformar sus viviendas. Pero si sacamos la vena del gremio, el proceso que pudimos ver no tuvo pies ni cabeza y poco o nada se asemeja a la realidad que vivimos los profesionales de este país.
#constructorArmentia El programa ha estado wapo, pero ahí Coordinator se hincha a repartir collejas @ManoloPizarro pic.twitter.com/5ASHgX2ijM
— Humor Aparejador (@HumorAparejador) noviembre 10, 2015
Vayamos al meollo del asunto: una pareja, ambos trabajadores normales, deciden dar el salto habitual en esto de las viviendas y se compran un chalet individual. Ahora mismo recuerdo que se comenta que fueron a una inmobiliaria y compraron sobre plano lo que se iba a convertir en su esfuerzo de 35 años pagando hipoteca.
Pues bien, la vivienda no se llega a terminar porque carecen de cédula de habitabilidad (el «papel» donde pone que esa casa cumple la normativa para ser habitada), y sin ella, no se pueden contratar la luz, el agua o el gas. Hasta aquí, bastante habitual el asunto aunque nos pueda extrañar, ya que hay personas y/o cosas, que se creen que no hacen falta técnicos para construir una casa…
Lo espectacular llega cuando aparece por ahí Antonio, el presentador, y con su martillo varita mágica empieza a darle sin compasión a la «fachada» para encontrarse un par de tableros de aglomerado donde debería haber un muro de cerramiento en condiciones. Se nos encienden todas las alarmas y nos preguntamos dónde estaban los compañeros Arquitecto/a y Aparejador/a cuando el paisano («Iker») estaba levantando la vivienda. Ni estaban ni se les espera porque a mi juicio es el gran error del formato: no mentan para nada que en toda obra nueva de construcción, existen un Director de Obra y un Director de Ejecución. Son los profesionales con titulación habilitante, que deberían estar ahí para controlar el proceso y plantar su firma en un Certificado Final de Obra con el que un Ayuntamiento te otorga la Cédula de Habitabilidad.
A todos los que andan viendo el programa: Proyecto (Arquitecto), Licencia, Arquitecto Técnico (Ejecución) SIEMPRE #ConstructorArmentia
— Manuel Pizarro (@ManoloPizarro) noviembre 10, 2015
Siguiendo con el tema, ya no le extraña a nadie lo que ahí se va sucediendo: grietas en los cerramientos de la parcela, goteras en la cama del niño, un barrizal fuera que poco tiene que ver con un tratamiento de spa… Vamos, lo normal cuando no hacemos las cosas bien desde el principio. El tema interesante viene cuando hay que ir en busca del «constructor a la fuga» y qué mejor manera que preguntar a los paisanetes influencers de la zona (porque preguntando se llega a todas partes). El amigo resultó estar en Talavera (Toledo) viviendo muy tranquilo; porque en este país cuando uno roba está más protegido que cuando es al contrario. El caso es que el contratista pasa del tema y no quiere saber nada del asunto con las cámaras por medio.
El desenlace, como esperábamos, es que el «equipo» de pesadilla en la cocina «constructor a la fuga» moviliza a sus operarios y comienza a reparar/parchear/lavar la cara de la vivienda inicial, haciendo que por fin, la feliz familia, pueda vivir tranquila en su anhelada casa a cambio de pagarle durante 35 años al banco. Así que un poco de pintura por allí, un jardín japonés por allá, y una caldera de pellets que no podía faltar, convierten la chapuza inicial en algo más lógico, como se espera de un espacio que va a servir de vivienda a personas civilizadas. Aquí podéis ver el resultado:
Y el antes y después completo aquí https://t.co/LdbsaQ6n7s https://t.co/2ZAMfYd3IS
— PortobelloStreet.es (@PortobelloSt) noviembre 10, 2015
Eso sí, ni rastro de Arquitectos, Aparejadores, Seguridad y Salud, Control de Calidad, Informes de Patologías…, cero contenido técnico en el programa. También es cierto que es algo lógico, ya que en este país cualquiera se mete a constructor, a levantar tabiques o a poner una ventana que aguante un huracán.
Para eso estamos ahora los técnicos y las altas esferas de la arquitectura: hace falta hablar de la profesión, ponerla en valor, comunicar a la población que somos necesarios para que sus obras y reformas tengan cero problemas.
Ahora es cuando los Colegios Profesionales deberían aprovechar el tirón de la TV y hacer campañas en favor de los técnicos @CoaatieCordoba
— MatencioM (@MatencioM) noviembre 10, 2015
Por lo tanto, vamos a hacer las cosas bien desde cero. Vamos a contratar un Arquitecto que nos haga un buen proyecto, y a un Aparejador que lo acompañe en la obra para velar por la ejecución y la seguridad de los trabajadores. Y vamos a pagarles lo que se merecen, porque si subastamos los encargos entre 40 técnicos, obtendremos lo que hemos visto en el programa: los técnicos (si existían) no se han pasado por allí ni a tomarse un café con el contratista.
Si quieres ampliar el tema, puedes leerte mi serie de post en el blog sobre los secretos de una buena reforma, que también pueden aplicarse a la obra nueva.
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Hasta la próxima.
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